jueves, 19 de agosto de 2010

Uy ... no sé que hacer ¿ Y Uds..?

No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas (Lucio Anneo Séneca)
Se vé que tontos somos desde hace 2000 años por lo menos ...

miércoles, 11 de agosto de 2010

El discreto encanto de los hombres que son capaces de llorar

Es muy fuerte. Me puede, me descoloca, me conmueve.
No puedo ver un hombre llorando que me enamoro.
Por suerte a los hombres no se les da por hacerlo seguido delante mío, porque si no andaría por la vida cambiando de amores al tiempo de los llantos.
Sacando a mis amigos, la última vez que vi a un hombre llorar fue en el año 2005, éramos un grupo de ocho personas paseando por Aleppo, Siria, nos acompañaba un guía llamado Assad.
Hasta ese momento -hacía cuatro días que nos conocíamos- todo transcurrió con normalidad. Pero tuvo que pasar … fuimos a almorzar a Sissi House, un lugar precioso que recomiendo a quien pase por esa ciudad. Mientras conversábamos de cualquier cosa, Assad se puso a contar que hacía un año había tenido un accidente cerca de allí, que había estado algunos días internado, y de repente, se le empezaron a caer las lágrimas, y no podía hablar, nos contó que mientras estaba internado su madre había muerto y él no había podido llegar a despedirla. La situación era bien triste, conmovedora, a todos les dio pena, a mí también, pero con un agregado, me enamoré, ese mismo día comenzó nuestro romance, que duró lo que mi estadía en su país, pero precisamente por haber llorado, no fue un romance de esos que se olvidan. Aún hoy cada tanto recibo algún mail suyo. A veces contesto, a veces no, pero por esas lágrimas, Assad fue uno de los hombres importantes en mi vida.

domingo, 8 de agosto de 2010

Y hablando de los que envejecen bien ...



No sólo es buen compositor y cantante, sino que cada día está más atractivo. Viene en octubre a Buenos Aires a dar un show en el Coliseo ¿alguien quiere venir?

jueves, 5 de agosto de 2010

Pensamiento sobre el transcurso del tiempo (vale para hombres y mujeres)

“Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos.” (Marco Tulio Cicerón, 106 AC-43 AC. Orador y político romano.)

domingo, 1 de agosto de 2010

El discreto encanto de los señores que aman el deporte (o lo que facilita el desenamoramiento cuando sólo aman mirarlo)

Será porque desde chica estoy acostumbrada a la actividad deportiva, no hay cosa que me atraiga más que los hombres que practican algún deporte, y no hablo de cuerpos bien moldeados, los tuve y no necesariamente es lo que hoy más me gusta de los hombres.
Mi papá en su juventud había jugado al básquet para River, yo comencé a practicar deporte desde muy chica y me dediqué al atletismo durante muchos años, durante los cuales -en una época en la que ni siquiera se podía imaginar algo así-, armé mi propio equipo de fútbol femenino.
Con el tiempo, tantas horas por día en el club, hicieron que me vinculara primordialmente con señores que practicaban deportes, los menos atletas.
Los más audaces eran en esa época los jugadores de fútbol, y había que ser audaz conmigo entonces, así que tuve un período en que me brindé en exclusividad a los señores que se dedicaban a esa noble profesión de patear o cabecear la pelotita. En consecuencia salí con unos cuantos futbolistas (que obviamente no eran lo que hoy son), en su mayoría eran señores bastante primitivos, incultos, pero eran lo que yo admiraba: personas que amaban el deporte y que eran habilidosos en él.
Cuando dejé la práctica no quise ver un gimnasio nunca más, excepto algún intento de mi amigo Fer de acercarme al gimnasio y al golf que duró lo que un suspiro, pero sigo intentando que me vengan las ganas, a la práctica que me inviten acepto gustosa aunque me canse rápidamente.
De todos modos seguí vinculada al deporte, trabajando para asociaciones deportivas a las que aún hoy asesoro, y saliendo con señores que jugaban al futbol y, con el paso del tiempo y la suma de años, hasta con algún súper atractivo y famoso referee internacional extranjero todavía en actividad y quasi “number one” que no voy a nombrar.
Ahora ya estoy en edad para directores técnicos (de hecho un par de ex hoy dirigen), pero no es lo que se presenta en esta etapa de mi vida.
Los hombres con los que hoy me vinculo lo más cerca del deporte que están es de sentarse frente al televisor a ver la Eurocopa (lo que no me disgusta, amo el fútbol bien jugado), pero es frustrante.
¿No me puede tocar alguna vez, aunque sea para despuntar el vicio, un señor que venga con las gotas de sudor sobre la cara a abrazarme?
Es más, hoy me conformo con alguno que baje del baúl del auto la bolsa con los palos de golf, pero no, lo que me toca en mi cruel destino es el que tiene la nariz pegada frente al LCD viendo el último partido de tenis, fútbol, o lo que se les ocurra … Triste el destino de una amante del deporte y los señores deportistas.

Hoy

Me encantó esto:
Anuncio en el metro de Nueva York: "Stand clear of the closing doors, please" (Por favor, manténgase alejado de las puertas que se cierran).

sábado, 31 de julio de 2010

Un pensamiento


Ya que vengo de un restaurante griego, va un pensamiento de uno que me gusta. Era un filósofo griego, que nació en Jonia (hoy Turquía) y lo acompaño con una fotito de su ciudad, es la Biblioteca de Efeso. ¿No es un lugar precioso?. Para mi es uno de mis lugares en el mundo.

NADA ES PERMANENTE, EXCEPTO EL CAMBIO. Heráclito de Éfeso (535-484 -a. C.-)

Me encanta esta frase.

viernes, 30 de julio de 2010

Más de lo mismo

Siguiendo con el tema de lo que me marcó en la vida hay un par de frases de Almafuerte que nunca olvido:

¡ AVANTI !

Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas;
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
...
¡ Todos los incurables tienen cura
cinco minutos antes de su muerte !

¡ PIU AVANTI !

No te des por vencido, ni aún vencido,
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y acomete feroz, ya mal herido.
...

¿No son buenas?

jueves, 29 de julio de 2010

Fábula

No sé de quien es la fábula, creo que estaba en “Campanita”, mi libro de lectura de primer grado. Nunca la pude olvidar, creo que fue una de las cosas que marcó mi vida.

Subió una mona a un nogal
y arrancando una nuez verde,
en la cáscara la muerde,
lo que le supo muy mal.
Arrojóla el animal y se quedó sin comer,
así suele suceder
a quien la empresa abandona,
pues halla como la mona
al principio que vencer.

martes, 27 de julio de 2010

El discreto encanto de los señores que no saben hacer (o lo que facilita el desenamoramiento)

Será porque me crié entre hombres habilidosos, mi abuelo Natalio, mi papá Hernán y mi hermano Claudio, sabían y - el que queda aquí- sabe hacer de todo, desde arreglar una conexión eléctrica, pasando por solucionar una pérdida de agua, levantar el capot y solucionar un problema en el auto, arreglar una pared, hasta hacer que mi PC funcione.
Por eso supongo que mis amigos son tan habilidosos como ellos, Fernando es el rey, la estrella, la luz que ilumina mi camino y lo hace más fácil, lo último que hizo fue colocarme las luces del balcón y unas preciosas (que hasta me acompañó a comprar) lámparas en la pared de mi habitación, pero también fue quien me armó la biblioteca del escritorio, me hizo una conexión invisible que le tomó un día entero del sound round, me instaló el plasma, el tender en el lavadero, hasta arreglarme la PC, en fin todo lo que se les ocurra imaginar.
Esos son los hombres que admiro, intelectualmente brillantes y manualmente habilidosos.
Será por eso que soy una inútil, siempre tuve y por suerte tengo cerca mio a hombres que saben hacer de todo.
Excepto mis (ex) novios, no sé por que, mi karma hace que me vincule sentimentalmente con hombres intelectualmente brillantes y manualmente inútiles. Y eso hace que en cuanto me doy cuenta termine huyendo despavorida.
Todo romance comienza con el enamoramiento, un señor que te deslumbra con su inteligencia, con su buen humor, con sus modales, de ahí al respeto y la admiración hay un escaso medio paso.
Todavía recuerdo (pasaron casi treinta años) a Leonardo, lo conocí, como yo decía entonces y hoy sigo sintiendo “me miró, lo miré, nos miramos” y me volvió loca, cuando empecé a conocerlo comencé a respetarlo y a admirarlo, de ahí a enamorarme fue el consabido medio paso, era perfecto en todos los sentidos, alto, elegante, atractivo, divertido, inteligente y culto, médico de profesión, y todo lo que una puede esperar de un señor para enamorarse.
Todo fue de maravillas (excepto nuestros caracteres que hacían que lo nuestro fuera una lucha de egos, pero lo amaba tanto que todo se superaba) hasta que se compró antes de cumplir treinta años, un precioso departamento en la zona más cotizada de Belgrano. Me acuerdo como si fuera ayer cuando me llevó a conocerlo … un departamento enorme, cuatro ambientes a la calle, era lo que le faltaba para ser perfecto, el hombre ideal, el hombre de mi vida, y mientras me mostraba su flamante y hermosa posesión, así al pasar dijo la frase fatal mientras veíamos el living comedor… “mañana viene el electricista a colocarme las lámparas”. Algo se me estrujó en la panza, me golpeó el corazón. Sin querer creer lo que oía, pregunté tímidamente ¿por qué no las colocás vos? “No tengo ni idea como se hace”. Fue la estocada fatal, empecé a sentir un ruido cada vez más fuerte adentro.
Yo entiendo que para casi todo el mundo hoy sea más fácil llamar al service de turno que hacerlo uno mismo, si tenés el dinero pagás y ya está, no te ensuciás, no perdés tiempo, pero yo no puedo superar mi escuela. “Un hombre inútil no es un hombre” (y hablo de los inútiles para esas cosas, no para otras), de allí a la pérdida del respeto y la admiración hay menos de medio paso. Será una estupidez, será una pavada pero eso no puedo superarlo, así soy y esa es mi historia.